Fotografía | Lectura de imagen |
En poco más de un siglo de existencia, la fotografía se ha convertido en algo casi inseparable de nuestras vidas. Infinitas imágenes se cruzan a diario con nosotros, anunciando, informando y a veces también manipulando múltiples y variados mensajes. Pero también como ciudadanos, hacemos uso constantemente de esas universales cámaras de turismo y viaje, que casi están en todos los hogares del mundo «civilizado», cuando queremos hacer eterno un instante. Tanto como espectadores como protagonistas de estas cascadas de imágenes instantáneas, las «fotos» han entrado de lleno en nuestra atmósfera cotidiana. Sin embargo, esta presencia social apabullante ha tenido poco reflejo en las aulas, puesto que mínimo ha sido su uso en la enseñanza. Aunque los alumnos ven miles de imágenes fotográficas diariamente, en contados casos han tenido la posibilidad de realizar tomas con fines pedagógicos. La fotografía digital, que ha sustituido casi completamente a a la analógica, o el uso de los móviles para filmar y fotografiar, no han entrado suficientemente en las aulas, a pesar de sus posibilidades creativas e investigadoras y sus potencialidades incentivadoras, de estudio del medio y de expresión personal. La educación no ha sabido integrar ni explotar estos medios, por la inadecuación de su programas, la escasa preparación de los profesores, la incoherente distribución de los recursos, la rigidez de la organización de los espacios y los tiempos, la inflexibilidad de los agrupamientos de los alumnos y sobre todo la falta de toma de conciencia de la necesidad de una alfabetización audiovisual, como instrumento imprescindible para que los alumnos sean capaces de analizar críticamente el universo audiovisual al que cada día se enfrentan. El medio fotográfico y el aula Aunque desde la antigüedad se conoce el principio de la cámara oscura -que es la base de la fotografía-, hasta el siglo XIX no se consigue grabar la imagen a través de la exposición luminosa. Louis Jacques Daguèrre en 1826 consigue la primera toma que se conserva tras una exposición de ocho horas. El medio progresó rápidamente, hasta conseguir, dentro de su magia, una ferviente popularización. A lo largo de este siglo y especialmente en el XX, el fotógrafo se convierte en una prestigiosa profesión, símbolo del progreso de la civilización, además de instrumento de cultura y ciencia. Instantáneas familiares, bélicas, paisajísticas, urbanas... van a ir retratando la vida social y personal de todo el siglo. Con el desarrollo de las nuevas tecnologías a partir de la década de los cincuenta, la fotografía comienza a hacerse popular, con la aparición de cámaras fotográficas asequibles para el público, primero en blanco y negro y muy posteriormente en color. Hoy día, la fotografía es un lenguaje audiovisual con características propias y muy arraigado en toda la población. Sólo la popularización de las cámaras digitales ha comenzado a restar algunos adeptos a este medio, con la incorporación del movimiento y la economía del material empleado. De todas formas, la fotografía sigue siendo un lenguaje peculiar de comunicación y expresión que también ha ido avanzando al compás de las nuevas tecnologías: cámaras de bolsillo, móviles,reducción de los costes de los equipos, tener las imágenes de forma inmediata, han permitido que este medio audiovisual siga muy vigente en el entramado social. La fotografía, por ello, constituye un buen recurso para el desarrollo de la actividad en las aulas, tanto en el ámbito de la investigación y experimentación, como en los niveles lúdicos y creativos. En la actualidad, la fotografía está presente en los centros educativos sólo desde un punto de vista receptivo, a través especialmente de las imágenes contenidas en los textos, que en los últimos años han ido progresivamente incorporando a sus diseños instantáneas de mayor calidad y valor didáctico. Sin embargo, este limitado uso, debe dar paso también a un conocimiento directo de este medio, así como a una utilización creativa del mismo. Utilización didáctica El lenguaje fotográfico puede ofrecer en la planificación didáctica un recurso visual de amplias posibilidades educativas por su enorme popularización, unido a su fuerte carga motivacional, sus potencialidades para la investigación del entorno, el estudio del medio... La fotografía además emplea un código específico de interpretación y construcción de la realidad, de especial trascendencia en el proceso educativo. Es, al mismo tiempo, un documento de gran valor didáctico y una privilegiada herramienta de trabajo para los alumnos. La aplicación didáctica de la fotografía en el aula, aparte del uso convencional como apoyo a textos, puede orientarse tanto en lo que se ha venido llamando lectura de imágenes, como en el conocimiento del medio en sí mismo, justificado no sólo por su notable influencia social sino por la necesidad de dotar a los alumnos de informaciones básicas sobre este lenguaje gráfico-visual, a fin de que sean capaces de interpretarlo. Según Matilla, la fotografía es por ello una herramienta, un documento y un objeto de trabajo que facilita las actividades creativas en el aula. Cámaras, soportes fotográficos, principios básicos de la imagen, (todavía puede ser de interés trabajar analógicamente en laboratorio, con diferentes tipos de revelado y utensilios, utilizando técnicas artísticas de creación fotográfica... junto con elementos básicos de la imagen como la luz, color, ángulos, perspectiva, puntos de vista, etc. pueden iniciar de una forma innovadora -y no como una cascada de conocimientos técnicos apabullantes- a los alumnos en este apasionante mundo.Programas informáticos de manipulación de imágenes, hacen más fácil su utilización y el análisis. Por otro lado, no hay que olvidar la fácil y motivadora tarea de hacer fotos prácticamente casi de todo y para todo. El comodín «foto» puede ser un complemento utilísimo en la mayor parte de las materias o especialidades. Es posible además, montar un sencillo laboratorio, que sin excesivas complicaciones tecnológicas, descubra a los alumnos el proceso químico de la fotografía y haga posible la realización y producción inmediata. Por tanto, podemos establecer diferentes niveles de utilización didáctica, entre los que podríamos destacar: a) Lectura de imágenes, fomentando el contacto con el mundo icónico, a través de la interpretación lúdica y reflexiva de los mensajes visuales, mediante lecturas objetivas y subjetivas, así como recreaciones de los mismos. La imagen informa sobre la realidad, pero también tiene que ser una plataforma que potencie la imaginación y creatividad de los alumnos. La lectura de imágenes fotográficas ya comercializadas o impresas en los libros, ya elaboradas por otros alumnos es un óptimo auxiliar didáctico para las distintas especialidades que junto a su fin instrumental, tiene que tener también una finalidad reflexiva. b) Conocimiento del medio, a través de un estudio -más inductivo que teórico- del lenguaje fotográfico: cámaras (objetivos, diafragmas, visor, obturadores, accesorios...), soportes fotográficos (películas, negativos, diapositivas, emulsiones y líquidos...), tipos de revelado, laboratorios... además de los sistemas de información visual, técnicas de composición de la imagen, creatividad fotográfica, etc. Estos conocimientos no deben tener fin en sí mismos, ni tender a una excesiva profesionalización de los alumnos en estos medios técnicos. Inicialmente lo que se pretende, fundamentalmente centrado en la práctica, es permitir que conozcan los mecanismos que este lenguaje visual pone en funcionamiento. El conocimiento del medio tiene por ello un fin instrumental y funcional, que no debe caer en una excesiva tecnificación, sobre todo si la actividad se plantea a un nivel general como materia común y no como una opcionalidad voluntaria. c) Hacer fotos es una actividad tan sencilla como ignorada. Sólo requiere simples cámaras o incluso la posibilidad de elaborar manualmente «cámaras oscuras» por los propios alumnos. Sencillas cajas de cartón con orificios son los medios técnicos suficientes para poner en marcha estas rudimentarias cámaras. La fotografía digital facilita la labor. En todo caso, no se trata de hacer tomas sin más. El uso creativo de la fotografía en el aula tiene que responder necesariamente a una planificación didáctica donde se recoja detalladamente cuál es la finalidad de las tomas y en qué casos se van a realizar. Las actividades previas y posteriores, así como el «planning» del proceso cobra aquí todo su valor. d) El laboratorio consigue también adentrar al alumno de forma práctica a la «aventura» de manipular y revelar sus propias tomas fotográficas. Sin necesidad de sofisticados medios, es posible montar un laboratorio de blanco y negro de bajo coste y sencillo manejo en una pequeña sala aislada de la luz. El laboratorio digital, hace posibles infinidad de efectos y manipulaciones. e) El taller de fotografía, ha de entenderse como elemento aglutinador de todas las actividades previas y como módulo activo y creador vinculado a todas las materias, para ofrecer el lenguaje visual como auxiliar didáctico, como objeto de estudio en sí mismo y especialmente como técnica creativa de trabajo en el aula. El taller de fotografía no tiene por qué ser concebido exclusivamente como un espacio físico, sino más bien como marco de referencia, como modelo teórico que puede ser compartido por diferentes profesores y alumnos del centro. Con esto no queremos rechazar la ubicación del taller en un lugar concreto. Sin embargo, hay que desprenderse ya de la concepción tradicional que ha asociado el empleo de los medios audiovisuales en los centros, como obligatoriamente vinculado a unos compartimentos (normalmente blindados), donde sólo era posible emplear los medios. Una organización espacial y temporal más flexible permite otras alternativas más creativas y menos uniformes. Los medios han de entrar en las aulas, en función de una planificación previa que no debe supeditarse exclusivamente a ciertos espacios. La fotografía debe estar en el aula, en definitiva, pues aunque su finalidad primordial no es la de convertir a los alumnos en profesionales o técnicos de la fotografía, puede en un futuro próximo derivar en el interés por otra profesión más. No obstante, los alumnos, en cualquier caso, aprenderán a expresarse mediante la imagen, comprendiéndola, interpretándola y recreándola conscientemente. La introducción en la enseñanza de este medio tan conocido y popular no es costosa, ni requiere sofisticados recursos técnicos; sí, en cambio, es necesario que responda a una reflexiva planificación didáctica del equipo docente, con una especificación clara de los objetivos educativos y las finalidades de su uso, porque -no lo olvidemos- la fotografía, como cualquier otro medio audiovisual no es más que un simple medio que debe y tiene que estar supeditado a una programación del proceso de enseñanza-aprendizaje. | |||||||||||||||||||||||||||||||||
Lectura de imágenes «La lectura de la imagen es cosa de tres: de su productor, del texto icónico y de su lector» Roman Gubern. Santos Guerra (1984), en uno de sus primeros libros, afirmaba «que la escuela está invirtiendo cada vez más tiempo en preparar para un mundo que no existe». Nuestra sociedad está sometida a una avalancha tal de información, que ante tal cúmulo de mensajes de la cultura de masas, el semiólogo Umberto Eco (1985) plantea una doble postura vital: la de los «integrados» (que creen optimistamente que estamos viviendo la generalización de la cultura para todos) y la de los «apocalípticos» (que consideran los medios como sistemas represivos de la ancestral cultura dominante). En todo caso, el propio Eco alude a la complementariedad de las posturas y a la «necesidad de una intervención activa de las comunidades culturales en la esfera de las comunicaciones. El silencio no es protesta, es complicidad; es negarse al compromiso». La aspiración hacia una «cultura democrática» exige necesariamente el funcionamiento de los mecanismos de alerta y reacción de los ciudadanos, comenzando con un conocimiento de los medios desde el aula para desarrollar los necesarios mecanismos críticos y creativos que permitan actuar libre y responsablemente. La necesidad de educar desde las aulas hacia un «lenguaje total» se ve reforzada en nuestros días por la importancia que la imagen tiene ya en la vida de cualquier ciudadano contemporáneo. El carácter complementario y secundario que tradicionalmente se le ha otorgado a la imagen y a toda la comunicación audiovisual en el aula ha traído como consecuencia nuestra escasa y nula preparación para interpretar los múltiples mensajes audiovisuales del entorno e incluso para desarrollar nuestra propia expresividad con estos medios. La iniciación a la comunicación audiovisual tiene su principal aliado en el análisis de las múltiples imágenes que nos rodean a diario. Por ello la lectura de imágenes se nos presenta como un sistema fácil, global, sencillo e incluso económico para comenzar a trabajar con los alumnos en la lectura de los códigos audiovisuales de la sociedad. El código escrito, durante siglos, se ha erigido en monopolio dentro de las instituciones educativas -desgraciadamente, con muy escasa fortuna- y prueba de ello es el reducido número de lectores que siguen leyendo una vez que se abandona la escuela en nuestro país. Es tiempo ya de que la imagen, que tanta trascendencia tiene ya en nuestra sociedad, tenga su tratamiento educativo. Utilización didáctica El trabajo con la imagen en las aulas, entendiendo por ésta todo los sistemas comunicativos que emplea el lenguaje audiovisual, ha de convertirse en un eje central del proceso de enseñanza y aprendizaje. Los alumnos tienen que saber necesariamente interpretar el contenido y las intenciones de los mensajes audiovisuales, para evitar la homogeneización cultural, la colectivización pasiva del ocio y la cultura. Una educación comprometida con la realidad social ha de ofrecer un conocimiento creativo del lenguaje audiovisual, una pedagogía comunicacional que ofrezca resortes de interpretación y recreación de los nuevos códigos. a) Lectura crítica de imágenes. Es una propuesta que hemos reiterado insistentemente en todos los medios de comunicación que hasta ahora hemos analizado. La realidad es interpretada de manera subjetiva a través de la imagen; por ello el lector ha de recorrer el proceso contrario: de la imagen a la realidad, analizando los contenidos, las intenciones y los valores sociales que el emisor de la imagen ha querido transmitir. Aparici y otros (1987a y 1987c) proponen diferenciar en la lectura de las imágenes una fase objetiva, dedicada al análisis de los elementos básicos de la imagen (línea, punto, forma, luz, color, tono, encuadre, movimiento, tiempo, sonido...), una descripción conceptual de la misma (objetos, personas, localizaciones, ambientes) y un estudio descriptivo global de las imágenes en función de sus características elementales (iconicidad o abstracción, simplicidad o complejidad, monosemia o polisemia, originalidad o redundancia...). Este análisis global permite comprender de forma sistemática los elementos presentes, así como el conjunto de interrelaciones que establecen para transmitir un mensaje global al receptor. Simultánea o posteriormente, es necesario realizar una «lectura subjetiva» de la imagen, basada en el nivel de connotaciones, de sugerencias y de sus potencialidades interpretativas. Alonso y Matilla (1990) proponen también una interesantísima reflexión para el análisis integral de imágenes, centrada en la búsqueda de sistemas, relaciones significativas y códigos simbólicos. La lectura de imágenes se explica esencialmente desde dos teorías: la tipográfica, que sigue un método similar a la lectura de textos verbales, comenzando con el ángulo superior izquierdo, descendiendo franja a franja; y la lectura gestáltica que de la impresión global obtenida por el primer golpe de vista, va centrándose en los diferentes núcleos de interés. En todo caso, el proceso de interpretación y reinterpretación de la imagen ha de fundamentarse en descubrir diferentes códigos, para desvelar el sentido múltiple y connotativo que ésta generalmente tiene. «Espacialidad, gestualidad, escenografía, simbología, luz y color, mediación instrumental y relaciones entre los elementos representados determinan el resultado último de la comunicación, matizados por el contexto informativo más o menos próximo.»
Siguiendo muy de cerca las aportaciones de Aparici y García Matilla (1987a y 1987c), podemos establecer también otra metodología de análisis de imágenes en el aula. En todo caso, cada imagen se presta a múltiples particularidades que profesor y alumno han de descubrir. La lectura de imágenes puede ofrecer múltiples dinámicas de trabajo en el aula. Comparar imágenes, lecturas colectivas, análisis en profundidad de campañas multimedia a través de diferentes soportes, trabajos creativos sobre las imágenes, recreación de imágenes con cambios de fotos, textos, invirtiendo roles... Aparici y Matilla (1987a) proponen que esta actividad no debe convertirse en un ejercicio más. «Sólo con una formulación lúdica suficientemente atractiva para profesores y alumnos podrán conseguirse los resultados buscados», esto es, capacitar a los alumnos en la lectura crítica de la imagen para crear los mecanismos de defensa que les permitan eludir la tergiversación y manipulación que desde los medios de comunicación, invaden constante y machaconamente sus conciencias y también sus subconscientes. b) Escritura de imágenes. La técnica de alfabetización icónica exige la presencia del doble proceso de lectura y escritura. No es suficiente con que los alumnos sepan interpretar las imágenes, puesto que la mejor fórmula para descubrir sus mecanismos y complejos procesos de manipulación, consiste en seguir de cerca las fases para su producción: escribir imágenes, esto es crear y recrear individual y colectivamente el medio icónico, siguiendo los procedimientos y técnicas de los medios, adaptados a las posibilidades que la educación ofrece. Fotografías, imágenes montadas como diaporamas en power point, carteles, fotomontajes, publicidad, cine, prensa... nos ofrecen los medios para poner en práctica este proceso de producción. Una simple imagen, ya original ya adaptada, puede ser el punto de partida para una amplia campaña de mentalización sobre la necesidad de la ineludible alfabetización audiovisual.
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